14 diciembre 2005

Se veía venir

Como diría Manolo Lama "Se veía venir", o como diría el difunto Joaquín Luqui "Tu y yo lo sabíamos". Mi facultad entró en una espiral de autodestrucción hace mucho tiempo y es incapaz de escapar. Dentro de algún tiempo se colapsará en si misma y acabará explotando repartiendo todos sus pequeños fragmentos de mierda por todo el universo. El último capítulo: ayer.

Mi primera sorpresa fue encontrar un cartel al lado de la cafetería. Hay un denominador común en todas las desgracias que ocurren en la vida pseudo académica de este centro docente, y es que siempre vienen firmados por la delegación de alumnos. Bueno, no quiero ser cruel, realmente es al revés, todo lo que viene firmado por la delegación acaba en desgracia. "Indignados por la subida de precios de la cafetería". Bien, es normal, yo también me quejaría si dedicase el tiempo de estudio a estar en la cafetería. "En la delegación ofrecemos los mismos productos a la mitad de precio". Perfecto, como diría Caja Madrid: una gran labor social. Hasta aquí todo va bien, en la delegación se han preocupado por el alumnado y han llevado a cabo medidas que mitigan las nuevas adversidades. Ahora bien, además de refrescos ofrecen cafés y baguettes. Se me ocurre que para dispensar tales alimentos necesitan una máquina cafetera, un refrigerador y para los bocadillos-baguettes una plancha (o sartén en un fuego si queremos ser clásicos), un horno y un fregaplatos o algo similar... Quiere esto decir que la sede de la delegación de alumnos, recinto privado en el que con solo asomarte obtienes gratuitamente varias miradas de desprecio (a menos que seas delegado), se ha convertido en un bar. Me encanta. Terminando mi segunda titulación, después de 8 años en esa facultad, por fin veo que los de la delegación mueven un dedo por alguien que no sean ellos mismos y es para esto. Genial.

Segunda experiencia. Estoy en clase, perdiendo el tiempo ya que el profesor todavía no ha explicado nada (y estamos a una semana de navidad) y nos hemos basado en que cada uno expone una práctica que ha hecho siguiendo un ejemplo que el profesorado tuvo a bien compartir. Día de encuestas, aparece una chiquilla que se está ganando unos eurillos repartiendo hojas donde hay que rellenar cuadraditos. El profesor sale fuera a esperar. Un gropúsculo formado por casi la mitad de los alumnos empieza a comportarse como si tuviesen 15 años, a hacerse cosquillas, a soltarse coñas, a robarse bolis, todo mirando de reojo por si el profesor aparece. El momento cumbre del asunto es cuando uno de ellos se piensa que es un monje gregoriano y comienza a cantar himnos eclesiásticos. ¿Son estas personas las que van a llevar el mundo adelante el día de mañana? Yo a su edad ya iba trajeado a venderle la moto a una multinacional, y mis padres a su edad ya tenían hijos, y mis abuelos a su edad ya sabían de primera mano lo que es la guerra. Momento de recordar aquella pregunta ¿A donde vamos?

Bueno, voy a seguir con mi tarta, más bien a quejarme al distribuidor porque la manga pastelera que me han dado no acepta que los adornos florales implementen interfaces basadas en vivos colores. Parafraseando a aquel presidente, puedo prometer y prometo que algún día escribiré algo gracioso, de verdad. Ya sabéis, muchos besos a todas.

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