17 diciembre 2005

13 pasos para la destrucción

13. Es un número muy bonito. 13 enanos solicitaron la ayuda de un hobbit para ir al asalto de un dragón. 13 era el número de fantasmas en aquella película. Con 13 años me bebí mi primera cerveza. En 13 horas da tiempo para muchas cosas.

Primera (Nona).

[Bo] - “¿Nos puedes traer 3 ó 4 botellas de lambrusco?”

El [Bo] es un tío grande. Todavía no se ha sentado el 80% de la gente y ya está pidiendo botellas. Este tío y yo nos vamos a llevar muy bien.

Es el cumple de [Ca]. Como no podía ser de otra forma hay quien no se puede reprimir y acaba “toda” (ejem, yo tengo mis principios y miro a otro lado) la mesa cantando el “Cumpleaños feliz”. [Ca] es la primera persona de la comida que se pone colorada, con el paso de las botellas muchos otros acabarán cogiendo esa tonalidad.


Segunda (Nona).

[Bo] – “¿Nos puedes traer más botellas de lambrusco?”

Este tío es genial. Ni descansa ni deja descansar. Un par de copas más y seremos los mejores amigos del mundo. ¿Cómo he podido vivir sin él?

[Yorchus] – “Ya sirvo yo, quiero ver todas las copas vacías.”

Otras tres botellas que han traído. En nuestra linde han dejado una y ha sido visto y no visto. “Ah!, que aquí la gente ha venido a comer” Pues nosotros no. Nos traen 13 entrecots y una dorada para [Be]. “Que bien, algo para mojar el lambrusco, así podemos beber más”.

Tercera (Vísperas).

[Bo] – “Perdona, ¿nos puedes traer 4 ó 5 botellas más?”

4 botellas más, no hace falta ni decir de qué. Me he enamorado. [Bo] es esa parte de mi vida que siempre he echado en falta. De repente me acuerdo que soy heterosexual y se me pasa el enamoramiento. “Siempre podremos ser amigos” pienso yo, y sirvo en todas las copas, es decir, en tres. Esta vez, y como todo el mundo se ha enterado ya de qué va el juego, nos dejan dos botellas en nuestro margen.

Nos traen los cafés y los postres. En todas las mesas llevaron profiteroles y a nosotros intentaron engañarnos con un trozo de tarta. “Por aquí si que no pasamos, o nos traen lo bollitos esos o aquí tienen que venir los antidisturbios”. “Que más dará” digo yo, y como me da tan igual no digo nada y sigo rellenando copas. Acaba viniendo el encargado y dice que todo ha sido un error y nos traen los postres de los cojones. [Bo] se levanta y coge el abrigo “Bueno chicos, me voy a Colonia”. “Muy bien, cómete una salchicha a mi salud y tráeme a una teutona” digo yo. “Lo haré, el lunes nos vemos”. Mola. Yo pensaba que era rarito por irme un fin de semana a Dublín, pero se ve que lo hace todo el mundo. Antes salir de tu provincia era una aventura, ahora Europa casi se te queda pequeña.

Somos los últimos en irnos. El recuento final es que en una mesa de 14 personas han traído 10 botellas de lambrusco y entre tres nos hemos bebido cuatro y media. Vamos cogiendo el puntillo mientras vemos como la mayoría de los comensales llevan un pedo importante, y en algunos casos peligroso. “A estos nos los llevamos a las fiestas de nuestro pueblo y mueren, les estalla el hígado.” “Ya, y en menos de 3 horas. ¿Dónde vamos a tomarnos las copas?” Somos originarios de la provincia más alcohólica de esta piel de toro y hay que dejar el listón bien alto.

Cuarta (Vísperas).

Next Stage: La cuna de Cervantes. No cabemos todos en el único coche que hay, de la única persona que no ha bebido. Nos vamos 3 en tren. “Conozco un atajo” dije yo, exponiéndome a que me recordasen que eso mismo dijo el amigo de Indiana Jones, el que se perdía en su propio museo. Sorprendentemente llegamos nosotros antes que ellos y nos toca esperarles. Me llevan a un garito muy elitista donde ponen copas muy extrañas. “Maricón el último” pensé, y empecé a pedir margaritas como si estuviese poseído.

Quinta (Vísperas).

A [Ca] no para de llamarla todo el mundo. Con esto de que es su cumple la chica no para de sonreir cada vez que suena su móvil. Casi una hora de reloj se tira hablando mientras nos vamos terminando copas sucesivamente y la suya acaba aguada y secuestrada por una camarera. [CMR] se tiene que ir hasta Pittsburg y es la primera vez que está en esta ciudad, así que le garabateamos un plano en una hoja y le deseamos suerte.

Sexta (Vísperas).

A [Ca] parece que ya la ha llamado todo el mundo para felicitarla, incluidos el Papa y un preso de Guantánamo. Me acuerdo que soy un tío simpático de la hostia, con un don de gentes increíble, y hago notar que yo en el día de mi cumpleaños apago el móvil y me voy de la ciudad sin decir nada a nadie. Nos pedimos otra ronda y ya nadie me sigue con los margaritas, prefieren cosas más suaves como caipirinhas. Creo que se empiezan a dar cuenta que lo mío con el alcohol no es normal, pero no dicen nada los jodíos, todos callados.

Séptima (Completas).

Vamos a un bar que está a 20 segundos andando. Decorado con rollo mejicano y copas a 4 y 5 euros, no está mal. Me falta tiempo para pedir un Jack Daniels y nos ponemos a bailar mecánicamente y a petardear un poquito. Resulta que hay unos chavales que intentan financiarse su viaje de fin de estudios y nos proponen que les pidamos las copas a ellos. Luego pasan unas chicas diciendo que hay un juego, que te ponen una pegatina con el nombre de algún personaje y tienes que encontrar a la pareja y te invitan a un chupito. La digo que me explique exactamente que quiere decir con “encontrar pareja” y se me ruboriza, sonríe, baja la mirada y se va. Así no se puede. Total, que resulta que soy Lucas, pues va a buscar a Andy su puta madre. Me termino mi copa y hago un sondeo de cuánta gente va a cumplir lo prometido y va a viajar a provincias. No lo veo muy claro así que para no hacer el gilipollas y perder el último tren nos vamos y ya veremos, si eso nos llamamos y todo muy políticamente correcto.

Octava (Completas).

Andar hasta la estación, coger el tren, luego un autobús, con toda la bomba de relojería que llevábamos en el estómago, y hablando de las emociones humanas, de psicología de pareja y de cómo es la gente... es muy duro. Total, que todo tiene su recompensa y llegamos a mi casa.... quiero decir, al bar en el que me paso la vida. Me encuentro con dos colegas que también llevan lo suyo, acaban de salir pero el bono-copa no falta encima de la barra, mientras a su vez discuten también de algún rollo filosófico. Y es que es normal, hablar de fútbol o de tetas y culos le cansa a cualquiera.

Novena (Maitines).

Resulta que era cierto. Vaya sorpresa. Me llama [Ca] diciendo que ya vienen, y que quedemos en uno de esos garitos de moda donde va todo el mundo bien vestido y ponen a todos los grandes éxitos de los 40 principales. De repente uno de mis lóbulos cerebrales despierta y lanza una alerta. “Vamos a ver, que digo yo que nos acabamos de pedir una copa, que si eso nos pasáis a recoger y ya nos vamos todos juntos para allá” Parece que funciona, consigo por lo menos retrasar el momento de ir a un bar atestado de gente y de hormonas. Llegan al rato, son tres, cada vez quedamos menos. Me acuerdo del slogan que seguimos cuando estudiábamos la técnica: “Sólo puede quedar uno”. Nos tomamos una copa, de igual modo que antes, intentando retrasar lo inevitable.

Décima (Maitines).

Vamos a un bar del tipo MFH (Modernitos, Flipaos y Hormonas). Me encuentro en la puerta a un amigo que hace un año que no veo, “joder que de puta madre”. Aprovecho para marcarme 20 minutos de palique y así descansar un poco. Al final entro y me encuentro de frente con aquello de lo que llevo años intentando escapar. Petardeo de terraza, pasarela y escaparate. Como nunca me fío del alcohol de estos sitios me pido una cerveza. [Ca] nos presenta a la “de jota”, que es amiga suya. Nos regala los oídos con música ochentera donde no faltan los hombres ge ni Mikel Erentxun. En el fondo mola, yo que soy un nostálgico bailo y canto esas canciones con las que me crié.

Undécima (Maitines).

Le tengo que dar la razón a [Ma], que lleva a mi lado todo el día. Hace unas horas me dijo que vaya pedo llevaba [Ca]. Ahora sí, el chico tiene razón, y yo se la doy. Me fijo que [Ca] es incapaz de fijar la vista en ningún sitio y no puede dejar de tambalearse. Cuando habla se le escapan múltiples fallos de pronunciación. Mola, debe de ser de las pocas veces que alguien va claramente peor que yo. Empiezo a darme cuenta que la cerveza después de tantos licores te baja la tosta mental que llevas. Me siento más lúcido, casi parece que no he bebido. Me doy cuenta también que desde hace rato [Ma] está espléndido, cada vez que abre la boca es para soltar algún taco, alguna blasfemia o algún insulto. Es lo normal, con el alcohol todo el mundo dice cosas que no debería decir. Lo normal no es lo mío, el alcohol creo que ya hace meses que no me cambia la actitud.

Duodécima (Laudes).

Los de la capital nos abandonan. [Ma] y [Ca] intentan convencerles de que se queden. Yo no puedo, intento ser una persona íntegra y consecuente con mis actos, si yo pudiese también huiría, así que no puedo intentar convencerles de algo que ni siquiera yo quiero hacer. Desfilan por mis oídos todos los comentarios de rigor: “Nos lo hemos pasado muy bien” “Otro finde volvemos a tope” “De verdad que nos tenemos que ir” “Pasarlo bien” y un largo etcétera. El temido momento se aproxima, encaminamos nuestros pasos al bar de moda. MFH al cuadrado, la creme de la creme se encuentra allí. Hasta hay una alfombra roja en la puerta y dos porteros con traje y corbata. Pasamos y [Ca] intenta encontrar a sus amigas. Después de dos pasadas consigue verlas. 7 chicas muy emplumadas. Nos presenta a 3 y ya, las otras parece que no cuentan. Me dice [Ma] que si nos tomamos una allí y luego nos vamos a buscar otro bar con menos caspa (esto de la caspa lo digo yo). Dos perros entre 8 gallinas no es bueno, hay que andarse con pies de plomo para no salir a picotazos. Como no me gusta ser aguafiestas y no quiero estar en el cumple de [Ca] con cara de mala hostia decido que lo mejor es escapar a lo grande, sin despedirse. En un momento en el que nadie miraba dije aquello de “Date la vuelta, apaga el móvil, y haz como que andas y no paras”.

Decimotercera (Laudes).

Llegamos a un bar más o menos normal. Da la casualidad que había strip tease femenino, había una moza subida en una esquina a la cuál todo el mundo miraba. Cojonudo, no podíamos haber llegado en mejor momento, todo el mundo mirando a alguien que tiene los cojones de demostrar que los tabús sociales se los pasa por el forro, la barra para nosotros. Me pedí otro tercio y me puse de espaldas a la chica que era el centro de todas las miradas. Para ver tetas y culos ya está internet, si salgo un fin de semana es para hacer otras cosas. Hice un análisis de toda la gente que había en el bar mientras se lo explicaba a [Ma]. “Esa chica tuvo anorexia, trabaja de modelo, tuvo un novio que la maltrataba y lo pasó muy mal. Ahora la ves disfrutando de la vida, cantando y bailando” “Ese de ahí que parece un chulo y se pavonea como el mejor, ese de ahí, se gana cuatro perras en un almacén de mala muerte. Tiene problemas familiares y cada día cuando llega a casa se le cae el mundo encima. En estos momentos está escapando de esa realidad que le oprime y es feliz comportándose así”... “En definitiva, todo el mundo tiene una historia que contar. Si no te cae bien alguien, di que no te cae bien, pero no le regales gratuitamente media docena de insultos.” El pobre [Ma] me tuvo que aguantar 10 minutos de retórica, pero es que después de unas cuantas horas oyendo como se menosprecia a todo el mundo a uno se le hinchan los cojones.

Todo vuelve a empezar.

Y son las nueve de la mañana. Me he despertado pidiendo más agua que un campo de golf murciano. Un día dije que dormir más de 3 horas es vicio, empiezo el día con dos horas perdidas en la cama. Esta noche más y mejor, el cumple de mis colegas de diciembre es mítico. Algún día moriré y toda la culpa será de fines de semana como estos.

1 comentario:

LpnarGaming dijo...

No, si yo me lo pasé bien hasta que te fuiste tu. Luego caimos en una espiral de despropósitos, de los cuales tampoco quiero hacer referencia, que luego todo se sabe.

Me alegro que te animes a escribir. Hay que aprovechar, este es un sitio donde puedes dar tu opinión libremente y soltar todo lo que piensas. Yo lo hago, por si no se ha notado mi post de hoy sobre Ariel Sharon.

Un besote guapetona.