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11 noviembre 2009

¿Y quién eres tú?

Una vez oí el relato de un hombre
que se dividió en dos.
Una parte nunca cambió;
la otra creció y creció.
La parte que no cambió siempre fue fiel,
la parte creciente siempre fue nueva;
y yo me pregunté, cuando terminó el relato,
qué parte era yo y qué parte eras tú.

de Los susurros divinos de Han Qing-jao


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Recién concluyo esta mañana Hijos de la mente, descubro que todavía me quedan otros dos libros de la saga de Ender.

¡A por ellos!

11 abril 2009

La sombra del águila

En ese momento, el Ilustre se quedaba pensativo y suspiraba mirando la chimenea. España. Maldito el día que decidí meterme en semejante berenjenal. Eso ni era guerra ni era nada; una pesadilla es lo que era, con el calor y las moscas y aquellos frailes con canana y pistoleras, y los guerrilleros cazándonos correos en cada vereda, y cuatro baturros con una bota de vino y una guitarra descalabrándome a las tropas imperiales a las puertas de Zaragoza mientras los ingleses sacaban tajada como de costumbre. Cada vez que miro uno de esos grabados del tal Goya me vienen a la memoria aquellos desgraciados con sus ojos de desesperación, engañados por reyes, generales y ministros durante siglos de hambre y miseria, analfabetos e ingobernables, con su orgullo y su furia homicida como único patrimonio. ¡Aquellas navajas, Les Cases, que daba miedo verlas! Mis generales todavía tienen pesadillas en que salen esas navajas donde ponía 'Viva mi dueño' y hacían siete veces 'clac' al abrirse. Esos bárbaros heridos de muerte, cegados por su propia sangre, que aún buscaban a tientas las junturas del peto del coracero para meterle la hoja de dos palmos hasta las cachas y llevárselo por delante, con ellos, al infierno. En España metimos bien la gamba, Bertrand. Cometí el error de darles a esos fulanos lo único que les devuelve su dignidad y su orgullo: un enemigo contra el que unirse, una guerra salvaje, un objeto para desahogar su indignación y su rabia. En Rusia me venció el invierno, pero quien me venció en España fueron aquellos campesinos bajitos y morenos que nos escupían a la cara mientras los fusilábamos. Aquellos hijoputas me llevaron al huerto a base de bien, se lo aseguro. España es un país con muy mala leche.

Extracto de La sombra del águila, donde Napoleón escribe sus memorias.

29 enero 2009

The Halls of the Blind

"I can see what you see not.
Vision milky, then eyes rot.
When you turn they will be gone,
Whispering their hidden song.
Then you see what cannot be,
Shadows move where light should be.
Out of darkness, out of mind,
Cast down into the Halls of the Blind."

17 diciembre 2008

Sinvergüenza

"(...) Aplíquese el lector porque ser un sinvergüenza ayuda a triunfar, siempre que uno no descienda a la categoría de canalla. Hay que tener estilo. Sobre todo, estilo. Un sinvergüenza que acepta de las señoras algo más que su cuerpo, acaba recibiendo feos sobrenombres..."

Extracto del muy recomendable libro:

¿Cómo ser un sinvergüenza con las mujeres?

05 septiembre 2008

El principio de incertidumbre del Criquet

Habían llegado. La segunda cosa más rara de la nave era ver el campo del Problema de Otro en funcionamiento. Ahora veían la nave con claridad sólo porque sabían que estaba allí. Sin embargo era evidente que nadie más la veía. No porque fuese realmente invisible ni nada tan hiperimposible. La tecnología empleada para hacer algo invisible es tan infinitamente compleja, que novecientos noventa y nueve mil millones, novecientos noventa y nueve millones, novecientos noventa y nueve mil, novecientos noventa y nueve veces entre un billón resulta mucho más cómodo y eficaz guardar el objeto y pasarse sin ello.

El ultrafamoso mago y científico Effrafax de Wug apostó una vez su vida a que en el plazo de un año podía volver invisible la gran megamontaña Magramala. Tras pasar la mayor parte del año tirando de enormes Lux-O-Válvulas, Refracto-Desintegradores y Desvíos Espectr-O-Máticos, cuando le quedaban nueve horas comprendió que no lo conseguiría.

De manera que él y sus amigos, y los amigos de sus amigos, más los amigos de los amigos de sus amigos y los amigos de los amigos de los amigos de sus amigos, junto con algunos amigos suyos menos buenos que por casualidad eran propietarios de una importante compañía de transportes interestelares, produjeron lo que hoy se reconoce ampliamente como la noche de trabajo más dura de la historia, y al día siguiente, por supuesto, ya no se veía Magramala. Effrafax perdió la apuesta y, en consecuencia, la vida, sólo porque un árbitro pedante observó (a) que al andar por el área donde Magramala debía estar no tropezó ni se rompió las narices contra nada, y (b) que había una luna extra de aspecto sospechoso.

El campo del Problema de Otro es mucho más cómodo y eficaz, y además funciona más de cien años con una sencilla pila de linterna. La razón de ello es que se basa en la predisposición natural de la gente a no ver nada que no quiera ver, que no espere o que no pueda explicarse. Si Effrafax hubiese pintado la montaña de rosa y erigido en ella un sencillo y barato campo de PRODO (Problema de Otro), la gente habría pasado de largo por la montaña, la habría rodeado e incluso escalado sin darse cuenta ni por un momento de que estaba allí.

Y eso es precisamente lo que pasaba con la nave de Slartibartfast. No era rosa, pero de haberlo sido habría constituido el menor de sus problemas visuales y la gente se habría limitado a ignorarla, como cualquier otra cosa.

Lo más extraordinario era que sólo en parte parecía una astronave, con sus alerones, motores de cohetes, escotillas de emergencia, etcétera, asemejándose mucho a un pequeño bar italiano suspendido en el aire.

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La vida, el universo y todo lo demás (pdf) es el tercer libro de la saga de La guía del autoestopista galáctico, comenzando la historia justo donde la dejó El restaurante del fin del mundo.

En esta ocasión el protagonista, Arthur Dent, dejará la nave del Corazón de Oro para embarcarse en una nueva aventura a bordo de la nave del Problema de Otro, descubriendo los extraños orígenes del juego conocido como criquet (krikkit en su planeta natal) y llegando a salvar a todo el universo por dos veces en el mismo día.

Todo ello le acercará un poco más, muy a su pesar, a la pregunta que da sentido a la vida, el universo y todo lo demás.

Y ahora, a por el cuarto...

07 agosto 2008

¿Donde comemos?

El menú de Milliways (el Restaurante del Fin del Mundo) cita, con autorización, un párrafo de la Guía del autoestopista galáctico. El pasaje es el siguiente:

La Historia de todas las civilizaciones importantes de la Galaxia tiende a pasar por tres etapas distintas y reconocibles, las de Supervivencia, Indagación y Refinamiento, también conocidas por las fases del Cómo, del Por qué y del Dónde.

Por ejemplo, la primera fase se caracteriza por la pregunta: «¿Cómo podemos comer?»; la segunda por la pregunta: «¿Por qué comemos?»; y la tercera por la pregunta: «¿Dónde vamos a almorzar?».

El menú pasa a sugerir que Milliways puede ser una respuesta muy agradable y refinada a la tercera pregunta.

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Dicho restaurante toma su nombre por encontrarse en el fin del universo, pero no en el final espacial, sino en el temporal. Cenar allí lleva consigo presenciar el espectáculo de ver el final de todo, entendiendo por "todo" la infinitud del universo mismo. Una vez terminada la cena y el espectáculo, los comensales montan en sus aeronaves y regresan a sus respectivos momentos temporales.

El Restaurante del Fin del Mundo es el segundo libro de la saga La Guía del Autoestopista Galáctico. Este libro, a diferencia del anterior, requiere unas cuatro horitas de jornada laboral para terminarse.

Y ahora, a por el tercero...

06 agosto 2008

Barbarie

10 de Marzo de 1945.

Esa noche, trescientos treinta y cuatro B-29 cargados de Napalm, de los cuales dos llegaron con unos minutos de antelación que los restantes y bombardearon su objetivo marcando una gran X, tras lo cual los aviones restantes, en formación, ocuparon el cielo de Tokio en una extensión de 40 km² aproximadamente, dejando caer 8.250 bombas de 250 kilos que estallaban a 150 m de altura y proyectaban a su vez 50 bombas de 3 kg cargadas de napalm. La ciudad quedó convertida en una enorme antorcha entre la cual, las personas que no habían quedado abrasadas por el primer efecto del napalm, buscaban refugio contra las llamas que hicieron que en la zona atacada la temperatura alcanzase los 800ºC. A la mañana siguiente, en las calles yacían los cuerpos de aquellos que habían muerto asfixiados cuando los incendios agotaron el oxígeno del aire, y en los puentes de los ríos los de aquellos que fueron arrollados por la avalancha humana que huía del fuego intentando encontrar refugio en los ríos. El agua de las acequias, albercas y piscinas se había evaporado y su fondo se encontraba cubierto por los cadáveres de los que se habían refugiado en ellas. Únicamente el cauce central de los ríos se demostró un refugio seguro, aquellos que buscaron los refugios contra los bombardeos convencionales perecieron asfixiados. Más de 100.000 personas murieron y 40.000 resultaron heridas de consideración. El 50% de la ciudad quedó destruida y el 20% de su industria inutilizada. La Air Force sufrió la baja de 14 bombarderos y la desaparición de ocho tripulaciones. Durante los meses siguientes se continuaron los bombardeos sobre Japón con el resultado de casi un millón de víctimas mortales.

No contentos con eso, los americanos lanzaron el 6 de agosto la primera bomba atómica de la historia sobre una zona habitada, perpetrando con ello 150.000 asesinatos civiles directos y casi medio millón debidos a la radiación. Así, de un plumazo.

Al día siguiente, en las principales ciudades estadounidenses festejaron el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Los medios de comunicación exclamaban: Damos gracias a Dios por haberle dado a América la bomba atómica, porque ¿quién sabe cómo la hubiera usado otra nación?, demostrando así un nivel de cinismo que ni siquiera yo habría soñado alcanzar.

Tres días después repitieron sobre Nagasaki. La "democracia más fuerte del mundo" (léanse las comillas con ironía) saludaba al mundo.

Más información, sórdida y morbosa, aquí.

05 agosto 2008

42

Según la Guía del Autoestopista Galáctico, exploradores de una raza de seres pandimensionales e hiperinteligentes construyen Pensamiento Profundo, el segundo mejor ordenador de todos los tiempos, para calcular el sentido de la vida, el universo y todo lo demás. Después de siete millones y medio de años meditando la pregunta, Pensamiento Profundo revela la respuesta: "Cuarenta y dos".

—¡Cuarenta y dos! —exclamó Loonquawl—. ¿Es eso todo lo que tienes que mostrar tras siete millones y medio de años de trabajo?

—Lo he comprobado muy minuciosamente —dijo el ordenador—, y ésa es casi definitivamente la respuesta. Creo que el problema, para ser sinceros, es que no habéis sabido nunca cuál es la pregunta.

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Copiado y pegado de la Wikipedia. La Guía del autoestopista galáctico es el primero de una serie de cinco libros, y doy fe de que te lo puedes leer en tres horitas.

Ahora, a por el segundo...

12 febrero 2008

Escala de prioridades

Extracto de Historias de la Ciencia:

Si pensáis que las matemáticas no son capaces de enganchar, tenéis que saber qué le sucedió a Paul Wolfskehl allá por el año 1908. Era un industrial de Darmstad que un día fue rechazado por la mujer de sus sueños. Se deprimió hasta tal punto que consideró suicidarse. Como era un hombre muy meticuloso, quiso dejar todas las cosas en orden hasta que llegara el día exacto en el que debía volarse la tapa de los sesos. Una vez arreglados sus asuntos, faltaban unas pocas horas para enfrentarse al destino escogido por él y se fue a su biblioteca a hojear libros de matemáticas. En uno de ellos se encontró con el último teorema de Fermat y empezó a intentar resolver el problema. Se enfrascó tanto que perdió la noción del tiempo y, cuando volvió al mundo real, ya había pasado la hora en que debía suicidarse. En aquel momento tomó la decisión que enfrentarse a problemas matemáticos valía más la pena que el amor de una mujer difícil (al menos, para él). Se convirtió en un aficionado matemático que instituyó un premio de 100.000 marcos para quien lograra resolver el problema planteado por Fermat.


Me alegra saber que no soy el único que opina que hay cosas que merecen más la pena que el amor de una mujer difícil.

19 diciembre 2007

Extraños universos

Si aquel libro me pareció una obra maestra, éste no sabría catalogarlo. Llevo 60 páginas y me quedo corto al afirmar que es absolutamente espectacular.

Lean, lean...

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Extracto, páginas 56-57, primera edición de La Factoría de Ideas.

- ¿Quién de ustedes es Al Hammond? - preguntó Runciter consultando sus papeles.

Un negro muy alto, demasiado alto, de hombros caídos y expresión amable en el rostro alargado hizo un gesto para identificarse.

- No tenía el gusto de conocerle - dijo Rucinter consultando su expediente -, aunque, siendo usted el más destacado de nuestros antiprecos, debería haber tenido más de una ocasión. ¿Cuántos antiprecos más hay entre ustedes? -. Se alzaron otras tres manos -. Ustedes cuatro van a beneficiarse en grado sumo de la oportunidad de conocer y trabajar con el más reciente descubrimiento de G. G. Ashwood, la señorita Conley, que tiene un nuevo sistema de neutralizar precos. Quizá la misma señorita Conley tendrá la bondad de describírnoslo -.

Señaló a Pat con un gesto de la cabeza...

... y se encontró de pie ante un escaparate de la quinta Avenida. Era el de una tienda de numismática y estaba observando detenidamente un dólar de oro, preguntándose si podría permitirse añadirlo a su colección. "¿Qué colección?", se preguntó desconcertado. "Si yo no colecciono monedas. ¿Qué hago aquí? ¿Y cuántas horas llevo mirando escaparates cuando debería estar en mi despacho supervisando... supervisando...?" No podía recordar lo que supervisaba. Era un negocio de algún tipo, que tenía que algo que ver con gente dotada de algunas habilidades particulares. Cerró los ojos, tratando de concentrarse. "No, tuve que dejarlo el año pasado por culpa de un infarto", recordó. "Pero estaba allí, en mi despacho, hace unos pocos segundos, hablando de un nuevo proyecto con un grupo de gente". Cerró los ojos. "Ya no está", pensó confundido. "Lo que yo levanté ya no está". Abrió los ojos y se vio de nuevo en su despacho. Ante él estaban G. G. Ashwood, Joe Chip y una muchacha morena, intensamente atractiva, cuyo nombre no recordaba. Por razones que no alcanzaba a comprender, le sorprendió que no hubiera nadie más presente.

- Señor Runciter - dijo Joe Chip -, le presento a Patricia Conley.

- Encantada de conocerle al fin, señor Rucinter - dijo la muchacha. Soltó una carcajada y sus ojos lanzaron un destello exultante. Runciter no sabía por qué.