23 mayo 2006

Evolución ociosa

Como si de la película "2001: una odisea en el espacio" se tratase, este post hará un breve recorrido sobre la evolución de ciertas herramientas fabricadas por la humanidad.

Todos los que hayamos visto dicha película recordaremos como el mono aquel, tan peludo, descubre así sin querer que cogiendo un hueso con una mano y estampándolo contra otras cosas es capaz de romperlas. Y ni corto ni perezoso va a romper cabezas de otros monos para ganar el poder de explotación de una charca. El primer conflicto "humano" por un recurso natural se producía, en el fondo lo de Irak no es tan raro, debe de venir en los genes. Y la primera herramienta era utilizada, más tarde vendría el sílex, las armas punzantes, el fuego y las ruedas de piedra.

Cuando el nivel de hirsutismo se redujo a unas proporciones similares a las actuales, aquellos humanoides de los que procedemos empezaron a escurrirse su kilo y medio de cerebro para fabricar herramientas que les sirviesen no sólo para matar, sino incluso para dejar constancia escrita de las mejores formas de matar. Por otro lado, y de forma paralela, el desarrollo de sistemas de defensa era necesario ya que los enemigos no atendían a razones y todavía no se había celebrado la convención de Ginebra. Dicho desarrollo mejoró el nivel de vida de las personas. Ya lo dijo Aristófanes:

"...las ciudades, en un principio, aprendieron de sus enemigos, y no de sus amigos, a rodearse de altas murallas, y con esta lección, a defender hijos, casas y haciendas."

Ya por aquellas épocas empezaron a aparecer unos cachondos que se hacían llamar profetas, y que apostaban por dejar de creer en el politeísmo. Eran muertos de hambre que se inventaban historietas, cual juglar, para ganarse unas monedillas o unas gallinas. Unos cuantos se lo montaron bien y su historia sigue creyéndose hoy día. El tiempo de ocio comenzaba, no había tele y la gente cuando se aburría iba a escucharles por la calle, y más adelante a templos construidos para darles cobijo y hacer prosperar su negocio de entretenimiento y arrepentimiento.

En cierto momento de la historia las personas empiezan a disponer de un tiempo libre que no quieren desperdiciar escuchando milongas y se inventan los juegos de taberna. Cartas, dados, tabas... Todo aderezado con la emoción de jugarse los cuartos y el honor. En una época en la que todo lo que representaba a un hombre era su honor, jugárselo equivalía a jugarse la vida. Se hacía aquí en las tabernas y lo hacían los aztecas con su juego de pelota, donde siempre moría alguien.

Con el desarrollo de la novela y el drama, los libros, teatros y corrales de comedias empezaron a ser otra posibilidad para ocupar el tiempo libre. En la España de Quevedo y Lope, ir a las representaciones es como ahora ir a los preestrenos de cine, una ocasión idónea para ocupar un rato y codearse con la población de alta alcurnia, hacer amistades influyentes y pavonearse ante tus vecinos. Los duelos a muerte para limpiar una deshonra personal también estaban a la orden del día.

Y básicamente todo ha seguido más o menos igual hasta ahora. Las armas de matar se han perfeccionado al igual que la industria, para obtener el máximo partido con el mínimo esfuerzo. Las actividades de ocio han ido adaptándose y perfeccionandose en el mismo sentido. Mis antepasados jugaban a la baraja e iban a la iglesia y yo me he pasado el fin de semana jugando video-juegos. El viernes me tocó torneo de Pro Evolution Soccer con los compañeros de trabajo (ocio deportivo). El sábado mi amigo irlandés y yo empezamos otra partida al Civilization IV, otra vez con Alemania pero esta vez hinduístas. Tenemos al oeste al mongol, al norte España está masacrando a Arabia y al este estamos en guerra con China. En esta partida hemos quitado la victoria por carrera espacial y la victoria por diplomacia en la ONU, así que sólo puede quedar uno...

1 comentario:

Toxcatl dijo...

No, si ya sabia yo que no podia ser otra cosa que el Age of Empires