14 marzo 2006

Violencia en videojuegos

El sábado pasado volvimos a destapar la caja de Pandora. Durante algo más de dos horas estuvimos sacando todos los males que hay en nuestro interior y lanzándolos entre nosotros, a poder ser por la espalda. K. se había bajado Munich a lo screener y venía convencido de sepultarnos bajo el conchón primigenio. El dolor de las puñaladas por la espalda solo es comparable al de volcarse en un salto merced a la gratitud de un "amigo", que te dejó un platano en la boca. No entiendo porqué todo el mundo se queja de videojuegos como la saga GTA y similares, si donde se entrenan los asesinos del futuro es con el Mario Kart.

La prueba de que los japoneses son unos enfermos mentales está en los videojuegos que hacen. La saga Mario (entre Worlds y Karts) ha provocado innumerables ataques epilépticos y pasivo-agresivos entre los niños nacidos a partir de 1980. El primer Mario Kart data de la SuperNES. Fue uno de esos juegos con los que desee tirar la videoconsola por la ventana. Posiblemente el juego más difícil al que haya jugado en mi vida. La máquina hacía tongo, siempre corría más que tú y siempre tenía los mejores ítems. Conseguí, despues de mucha sangre sudada, ganar el último campeonato en la dificultad más elevada, si bien empaté a puntos con el segundo y me salieron todas las carreras perfectas.

Más tarde, para la Nintendo 64, sacaron otra versión. Esta era mucho mejor gráficamente y el punto fuerte eran los combates a cuatro. Te ponian tres inocentes globos enganchados al kart y con cada golpe que te daban te quitaban uno, y ganaba el que quedaba con globos. Largas tardes de campeonatos se jugaron. Finalmente, hace un año y medio o así D. tuvo a bien adquirir la version de la Gamecube, donde el punto fuerte está en las carreras fraticidas a cuatro, con ítems "alocados". En ninguna guerra se ha podido ver tanta violencia como en este juego.

Después de llamarnos de todo a la cara mientras jugábamos, y de consumir comida de un lestaulante chino, salimos a ver que se cocía por Ukrania. Llevaba más de un mes sin salir y me la encontré allí, otra vez, la que cada vez que habla pontifica. Esta vez puso a parir a un ex sacando todos los trapos sucios mientras sonreía. Es lo peor, carne de salsa rosa, no la aguanto. En cierto momento me quiso hablar y me dí la vuelta y me fuí escuchando su voz cada vez más débil. Ojalá algún día se entere que no la quiero ver.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé que cojones hago con tantas bombas sin lanzar en la mano...