17 abril 2006

Luchando contra el eterno retorno

Y una vez más, como una broma pesada o un mal sueño que se repite, nos volvemos a encontrar en la misma situación. El eterno retorno del que hablaba Nietzsche es un agujero negro sobre el que orbitamos indefinidamente. La vida se burla de tí haciéndote pasar una y otra vez por el mismo pasillo mal iluminado, tropezándote con objetos que aparecen y desaparecen mientras oyes de fondo una risa de lata que te atormenta y no encuentras una puerta de salida, sino sólo un pasillo detrás de otro, una y otra vez. Retornos eternos que se suceden y en ocasiones hasta se solapan.

El primer retorno eterno es el de las vacaciones. A mi no me molesta volver de vacaciones, todo lo contrario, estando de vacaciones me da la impresión de estar perdiendo el tiempo. Me parece mucho más útil trabajar que perrear, los fines de semana da tiempo de sobra para hacer todas las actividades ociosas que uno quiera. De este modo, me asquea sobremanera ver a todo el mundo repitiendo la frase típica de "jo, que asco volver" y similares, mientras pierden el primer día de trabajo contándose lo que han hecho, no sin evidentes muestras de orgullo y manteniendo el deporte nacional en este país: intentar parecer mejor que el vecino.

El segundo retorno eterno es el de volver a encontrar tiempo libre en mi semana. Ayer terminó "Siete Vidas", después de siete años, así que un gran vacío aparece en mis domingos por la noche. Tengo toda la semana para pensar qué hacer con él.

El tercer eterno retorno es el más jodido. Me lleva atormentando durante años e, inexplicablemente, cada cierto tiempo, me da por repetir. Intentaré explicarme lo mejor posible. Soy un chico raro. No uno de esos raros que dan miedo. Ni uno de esos con conductas peligrosas. K. definió a todos sus amigos el viernes por la noche, con multitud de adjetivos, y de mí sólo pudo decir "Yorch, el chico raro". Una de las cosas que me separan del resto de los mortales sapientísimos es una extraña alergia que tengo. Mis anticuerpos están preparados hasta para la gripe y el cáncer, nunca enfermo, pero hay un factor de riesgo que siempre me puede.

Como decía soy un chico raro. Me gustan las chicas a rabiar. Como diría D., si hubiese nacido chica sería lesbiana, me gustan demasiado. Intento mantenerme alejado de pecar, intento llevar una vida casta y sana, pero no puedo. Cada solsticio y cada equinoccio vuelvo a caer. Sí, soy un chico raro, cada vez que me lío con alguna me pongo enfermo. En concreto de garganta y oídos. Mi tercer retorno eterno del día es ese, estoy malo, otra vez. Y sin frenadol en casa.

1 comentario:

konsumprodukt dijo...

No hombre, yo el viernes, de coña, estaba diciendo aquello de "Todos somos definibles por medio de un mero estereotipo"...tampoco se me lo tome demasiado en serio.
Y cuídese, que las infecciones de oidos no son nada buenas...