06 agosto 2008

Barbarie

10 de Marzo de 1945.

Esa noche, trescientos treinta y cuatro B-29 cargados de Napalm, de los cuales dos llegaron con unos minutos de antelación que los restantes y bombardearon su objetivo marcando una gran X, tras lo cual los aviones restantes, en formación, ocuparon el cielo de Tokio en una extensión de 40 km² aproximadamente, dejando caer 8.250 bombas de 250 kilos que estallaban a 150 m de altura y proyectaban a su vez 50 bombas de 3 kg cargadas de napalm. La ciudad quedó convertida en una enorme antorcha entre la cual, las personas que no habían quedado abrasadas por el primer efecto del napalm, buscaban refugio contra las llamas que hicieron que en la zona atacada la temperatura alcanzase los 800ºC. A la mañana siguiente, en las calles yacían los cuerpos de aquellos que habían muerto asfixiados cuando los incendios agotaron el oxígeno del aire, y en los puentes de los ríos los de aquellos que fueron arrollados por la avalancha humana que huía del fuego intentando encontrar refugio en los ríos. El agua de las acequias, albercas y piscinas se había evaporado y su fondo se encontraba cubierto por los cadáveres de los que se habían refugiado en ellas. Únicamente el cauce central de los ríos se demostró un refugio seguro, aquellos que buscaron los refugios contra los bombardeos convencionales perecieron asfixiados. Más de 100.000 personas murieron y 40.000 resultaron heridas de consideración. El 50% de la ciudad quedó destruida y el 20% de su industria inutilizada. La Air Force sufrió la baja de 14 bombarderos y la desaparición de ocho tripulaciones. Durante los meses siguientes se continuaron los bombardeos sobre Japón con el resultado de casi un millón de víctimas mortales.

No contentos con eso, los americanos lanzaron el 6 de agosto la primera bomba atómica de la historia sobre una zona habitada, perpetrando con ello 150.000 asesinatos civiles directos y casi medio millón debidos a la radiación. Así, de un plumazo.

Al día siguiente, en las principales ciudades estadounidenses festejaron el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Los medios de comunicación exclamaban: Damos gracias a Dios por haberle dado a América la bomba atómica, porque ¿quién sabe cómo la hubiera usado otra nación?, demostrando así un nivel de cinismo que ni siquiera yo habría soñado alcanzar.

Tres días después repitieron sobre Nagasaki. La "democracia más fuerte del mundo" (léanse las comillas con ironía) saludaba al mundo.

Más información, sórdida y morbosa, aquí.

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